Cuando comenzó a funcionar el Registro Único de Adopción en 2001, la
cantidad de recién nacidos que eran adoptados cada año rondaba en un
promedio de 26. Con el tiempo, ese número cayó a apenas 12. Desde el
Equipo Interdisciplinario de Adopción señalaron que las causas son
múltiples pero que, en parte, se debe a que sigue habiendo traspasos
ilegales de bebés.
La cifra fue presentada ayer por la coordinadora del RUA, María del
Carmen San Martín, y uno de los integrantes del EIA, Gonzalo Valdés, a
varios senadores. En febrero, el legislador Armando Camerucci elaboró un
proyecto, que fue aprobado por sus pares, para que se citara a la
funcionaria. Esto, para que explicara declaraciones radiales en las que
había manifestado que es bastante habitual el tráfico de bebés en
Mendoza.
Uno de los motivos por los que Camerucci solicitó la reunión -conjunta
de las comisiones de Legislación y Asuntos Constitucionales, Asuntos
Sociales y Trabajo, y Derechos y Garantías- fue para conocer si la
coordinadora del RUA, dado que afirmó conocer estas situaciones, había
denunciado los casos. San Martín y Valdés detallaron que pudieron
denunciar cuatro sucesos y que tres se tradujeron en actuaciones
policiales.
Ambos indicaron que saben que la venta de niños ocurre -y lo vienen
advirtiendo hace 10 años- porque algunas personas que están inscriptas
en el registro les han comentado que se les ha acercado gente a
ofrecerles bebés.
De hecho, cuando tienen las primeras entrevistas con los aspirantes a
adoptar les explican, entre otras cosas, que es muy probable que esto
suceda. Sin embargo, para poder realizar una denuncia necesitan de datos
concretos y es muy difícil que consigan esa información.
Modos de rodear lo legal
Además de la dificultad para identificar a quienes están detrás de la
venta de bebés, los funcionarios del RUA explicaron que las modalidades
van cambiando a medida que se refuerzan los controles.
En diciembre del año pasado se implementó un nuevo sistema para
inscribir a los recién nacidos, por el que se registra la huella plantar
del bebé y la del dedo de la madre. El documento se envía desde la
maternidad al Registro Civil, lo que dificulta la adulteración del
certificado de nacido vivo.
Pero indicaron que muchas veces el negocio se produce en forma previa
al nacimiento y existen otros modos de apropiarse de los niños de manera
ilegal. Sobre esto, Gonzalo Valdés recalcó que es necesario entender
que la apropiación de chicos no sólo ocurrió durante la dictadura sino
que sigue pasando cada vez que una familia le niega al pequeño su
historia e identidad, por “adoptarlo” fuera de la ley.
También insistió en que se puede hablar de tráfico de bebés no sólo
cuando los venden a otros países sino cuando el niño pasa de un barrio a
otro dentro de la provincia.
Una de estas prácticas es la guarda de hecho y otra la entrega directa,
que los jueces de Familia han ido desalentando y que la reforma
propuesta del Código Civil elimina como posibilidad.
Pero los especialistas observan que ha crecido otra modalidad: la del
presunto padre que aparece después de que la mamá ha inscripto al niño
sola, para reconocer una -en este caso ficticia- paternidad y se hace
cargo del chico. Esto es posible porque no se pide un ADN para comprobar
la filiación. Años después, la esposa del hombre le perdona la supuesta
infidelidad y opta por la adopción simple.
Cambiar actitudes y prevenir
Ante este panorama, en que los modos de apropiación ilegal mutan para
ajustarse a los nuevos controles, los senadores consultaron a San Martín
qué medidas se pueden adoptar.
La coordinadora del RUA señaló que hay que concentrarse en acciones
preventivas en los centros de salud y hospitales para detectar mujeres
que están en conflicto con su maternidad, de manera que profesionales
puedan asesorarlas sobre sus opciones.
Así, señaló que se debe prestar particular atención a las mujeres que
no se han hecho controles durante el embarazo y recién acuden a un
centro asistencial al momento del parto o, por el contrario, las que se
atienden en efectores públicos y luego tienen al bebé en un hospital
privado.
Pero planteó que esto requiere, a su vez, un cambio social para que
cuando la madre manifiesta que no quiere o no puede hacerse cargo de la
crianza del niño, no sufra una condena social, sino que se la acompañe
para que pueda tomar una decisión informada (ya sea de criarlo o darlo
en adopción).
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